El imán de Fuel Fandango

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Enrique Navarro Egea
  • La formación despidió este jueves la gira de Aurora en un Palacio de los Deportes con su formato The Ring abarrotado
  • La banda liderada por Cristina Manjón y Alejandro Acosta repasó su repertorio en un concierto de dos horas de duración

Para cualquier viandante ajeno al espectáculo que iba a tener lugar en el WiZink Center de Madrid sería difícil de explicar el por qué de salir de casa en una noche tan desapacible «sólo» para acudir a un concierto, pudiéndote quedar en casa con la calefacción puesta y la manta tapando cada gramo del cuerpo. Sin embargo, no era sólo un concierto para todos los asistentes al concierto de este jueves, era un concierto de Fuel Fandango, de una ola que ha arrastrado tras de sí a miles de fieles con Aurora y los ha convertido a su religión, la de unir el flamenco y la electrónica en un sólo ser.

Un ser que comenzaría disgregado ante alrededor de 3.000 fieles que ocuparon el formato The Ring del recinto madrileño. Carlos Sosa al cajón, Pablo Pérez al bajo, Alejandro Acosta a la guitarra y la voz de Cristina Manjón fueron los encargados de convertir el escenario en un tablao flamenco al uso durante una intro con «Not True» y «Medina«, antes de que la formación volviera a esconderse y salir de nuevo para dar rienda suelta a la euforia y caldear el gélido ambiente que se filtraba del exterior.

Comenzaban dos horas de concierto donde el imán de Fuel Fandango, y en concreto de su líder femenina, actuarían en todos y cada uno de los presentes. 6.000 pupilas enfocando a una presencia que se agiganta en el escenario y que es sin duda el principal motivo del auge de la formación durante este último año. Palmas y manos al cielo recibieron a «Burning», «Talking», «Today» y «La Primavera«, uno de los puntos álgidos de una noche en la que el sonido no acompañó y en la que se vio a una Manjón incómoda regulando continuamente el volumen de su entrada.

Sin embargo, nada iba a empañar la despedida de Aurora y una emoción que, en palabras de Ale Acosta, llegaba al punto de luchar por no dejar escapar las lágrimas ante la estampa de tantos fieles deseando acompañarles en este viaje que termina. Vientos y coros completaban la puesta en escena de la formación, que seguía desgranando sus tres discos de estudio con «Trece Lunas» y «Life», preludios de «Toda la vida«, una de sus grandes composiciones con la que las caderas se desengrasaron definitivamente para un final con «Shiny Soul», «Nature», «Salvaje» y un breve taconeo de la cordobesa, una faceta que en la noche del jueves no salió mucho a relucir sobre el escenario.

Quedaban los agradecimientos por el cálido recibimiento de una ciudad que despidió a Aurora y que ahora espera con expectación el nuevo rumbo de este ente con voz de flamenco y manos de electrónica.

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