Jardines de Sabatini y Campo del Moro

Los Jardines de Sabatini y el Campo del Moro son dos de las más hermosas zonas verdes de Madrid. Ambos espacios rodean el Palacio Real, junto al también Jardín de Oriente, por diferentes frentes. Dos zonas de calma y belleza ideales para disfrutar de tranquilos paseos o de la contemplación de maravillosas vistas de la capital.

Foto: Bernard Blanc
Foto: Bernard Blanc

El Campo del Moro, la extensión más larga de los dos parques, se distribuye de forma rectangular a lo largo de 20 hectáreas, y aglomera una serie de terrenos entre la fachada occidental del Palacio y el valle del Manzanares, llegando hasta el Paseo de la Virgen del Puerto. El pronunciado desnivel que salva es, de hecho, su más famosa característica. Su origen se remonta a los tiempos de Felipe II y su historia comprende largos períodos en los que diversos Reyes encargaron proyectos de todo tipo para remodelar arboladamente esta zona próxima al Alcázar. Las dificultades del ya mencionado pronunciamiento de la tierra, así como otra serie de factores, impidieron la consecución de muchos de ellos, y fue finalmente durante la regencia de María Cristina, cuando el jardinero Ramón Oliva partió del trazado ideado a mediados de 1800 por el arquitecto Narciso Pascual y Colomer y otorgándole un estilismo más romántico, logró concluir el ajardinamiento del Campo del Moro. El lugar, declarado de interés histórico-artístico en 1931, ha sufrido diversas reformas, especialmente a raíz de la Guerra Civil, cuando su proximidad con el frente bélico le provocó importantes destrozos y alteraciones.

La complejidad de su ideación hace que influencias de diversas corrientes puedan apreciarse en su diseño final, así como en los edificios que aloja en su interior, y de entre los cuales destacan las casas rurales tirolesas o la arquitectura funcional del Museo de Carruajes. De entre sus elementos más sobresalientes, cabe subrayar las numerosas esculturas que adornan puntos concretos de su parque, como la famosa estatua blanca de Isabel II, o, muy especialmente, sus dos fuentes de corte neoclásico: la de los Tritones y la del Palacio de las Concha.

Foto: Antonio Tajuelo
Foto: Antonio Tajuelo

Aparte de la Avenida Principal, hay otra serie de paseos, de modelo romántico, que esconden pequeños tesoros: el curioso Chalé del Corcho o el Chalecito de las Reina son dos ejemplos, así como el gran número de adorables estanques y el ya arriba mencionado Museo de Carruajes, centro que alberga una gloriosa colección de carruajes de la Corona Española. Por otro lado, de entre sus más de 70 especies distintas de arboles, sobresalen particularmente el altísimo pino carrasco, o la belleza arbórea del Paseo de los Plátanos. Los pavos reales suponen también otro añadido simpático que  acompaña en la dulzura de los paseos.

Pero sin duda alguna, son las espectaculares vistas panorámicas lo que hacen del Campo del Moro uno de los enclaves perfectos para disfrutar tanto de lo agradable de su ambiente ajardinado como de la visión desde las alturas del centro urbano.

Foto: Fernando García
Foto: Fernando García

Por otro lado, los Jardines de Sabatini, localizados junto a la fachada norte del conjunto palaciego, y situados en una terraza colgada sobre el Campo del Moro, tampoco se quedan atrás en cuanto a belleza se refiere.

Este espacio de diseño geométrico y estilo neoclásico data de la II República, y fue realizado por el arquitecto italiano Francisco Sabatini en el lugar en que se ubicaban las antiguas caballerías del Palacio, añadiéndose con posterioridad las escaleras monumentales.

Su estructura divide los jardines en tres terrazas casi superpuestas: la primera comprende una preciosa lámina acuática rodeada de parterres y fuentes rodeadas de setos. La segunda, elevada sobre esta anterior a modo de balcón, permite unas vistas impresionantes a los bosques de la Cuesta de San Vicente, y la última, a una altura todavía superior, está poblada de cerros. Estatuas y diversas fuentes completan la estética monumental de este elegante espacio verde.

Foto: Jan SOLO